¿Cuántas estrategias somos capaces de crear ante el dolor físico o emocional?
– Un analgésico/antidepresivo: necesitamos dosis cada vez mayores y cada vez surten menos efecto.
– Ignorarlo: Nos hace perder la atención a la zona del dolor y el área se bloquea física y enegéticamente, hasta que colapsa.
– Aguantar: Hacemos esfuerzo para sostener el dolor. Eso genera tensión innecesaria que sobrecarga ciertas zonas del cuerpo que no tenían dolor, pero comienzan a desarrollarlo por la tensión sostenida en el cuerpo.
– Distraer nuestra atención con otra cosa: Nos vuelve mentales, distraídos. Vivimos en el pasado que ya no está o en el futuro que aún no llegó. Nos llenamos de cosas, de actividades, de problemas que nos estresan y nos alejan del bienestar.
– Esperar que pase: Si se va, después de un tiempo vuelve!
– Enojarse: me molesta, me tiene harta, él es el culpable de que esté mal.
– Deprimirse: no puedo hacer nada con el dolor, paso a ser su víctima y me limito. Cada vez hago menos cosas, cada vez tengo menos energía y alimento este círculo.
Lo peor es que ninguna funciona!!!!
Y si lo hacen, es tan sólo por un tiempo.
ENTONCES, ¿QUÉ HAGO???????
Lo primero es comprender la NATURALEZA del DOLOR.
El dolor es una SEÑAL DE ALARMA que nos dice: “ALGO NO FUNCIONA BIEN”.
Para el cuerpo que algo no funcione bien es caso de vida o muerte. Es así de simple y drástico. Un elemento del organismo, por más mínimo que sea, pone en desequilibrio TODO el SISTEMA.
El problema más grande es que para nuestra mente, llena de objetivos, el DOLOR es una MOLESTIA… E intenta apagarlo. ¿Cómo lo apaga? Con las estrategias antes mencionadas.
PODEMOS APAGAR una a una las barreras del dolor, sus UMBRALES.
Pero esto es como una casa. Cuando el ladrón está dentro hay pocas opciones. Cuanto más periférica es la barrera del dolor, el organismo está más fuerte para sanar lo que está deficiente y más posibilidades de éxito en volver a su equilibrio sin llegar a una situación de peligro.
Cuando vamos apagando los umbrales de dolor, el organismo busca compensar la deficiencia de la zona que no funciona bien. Cuantos más umbrales apagamos, más desequilibrio hay en el organismo para buscar compensar el foco en desequilibrio. Así, poco a poco, vamos encapsulando el foco original y nos vamos alejando de él generando más patologías.
Empieza a haber entonces varios focos de dolor periféricos resultantes de las zonas del Cuerpo que compensan el foco original.
Estos desequilibrios terminan generalmente en DOLORES CRÓNICOS.
LA BUENA NOTICIA, es que si VOLVEMOS A LA NATURALEZA DEL DOLOR, el problema se soluciona.
Peeeero, cuantos más umbrales hayamos traspasado, más lejos estaremos del desequilibrio original y más tiempo nos costará resolver el origen.
¿Y CÓMO LO RESOLVEMOS?
PRESTÁNDOLE ATENCIÓN!!!!!
Cuando suena la alarma de casa salgo corriendo, presto atención y miro de resolver el problema.
Cuando suena el dolor, LE PRESTO ATENCIÓN.
Voy al médico, me aseguro de no tener ninguna lesión.
Si está todo bien, respiro y noto qué está sucediendo allí.
A veces la misma energía del dolor liberada va a restaurar lo que está en desequilibrio.
En otras ocasiones, al prestar atención me doy cuenta de que estoy conteniendo o bloqueando una emoción. Entonces tengo que aprender algo más acerca de esa fuerza emocional que no estoy sabiendo utilizar.
En ciertas oportunidades, una actitud que va en contra de mí mismo o de otras personas genera tensión, desequilibrio y dolor.
También puede suceder algo a lo que no sé cómo responder y al quedarme fuera de eje se descompensa algún órgano y aparece el dolor.
Lo cierto es que:
CUANDO LE PRESTO ATENCIÓN, EL DOLOR SE TRANSFORMA.
Si deseas tener una experiencia de aprendizaje y transformación acerca de tu dolor, contáctanos.