Cuando aparece la duda, nos sumerge en un mundo caótico y confuso
Las posibilidades se multiplican y nos quedamos atrapados sin poder movernos en ninguna dirección. El miedo a equivocarnos, a hacerlo mal, la presión de tener que cumplir con los demás se hace muy fuerte y la consecuencia es quedarnos paralizados. Si reconocemos nuestros miedos y aprendemos a utilizarlos, ganamos claridad, tranquilidad y confianza.
Entonces las dudas se disipan.